15/11/11

Primer acto: Sherezade (II)


Se movía como un patoso, más de lo que normalmente le caracteriza, mientras ella le trataba de tranquilizar aprovechando que podía abrazarle. Pepe se sentía arropado, y la poca confianza que parece que han desarrollado se había exponenciado con esta acción. Ella le mecía mientras susurraba palabras que nunca creía oír de los labios de una mujer mientras con los brazos le rodeaba generando un reconfortarte calor que le hizo perderse de nuevo entre su pelo, embriagándose de su aroma dulzón hasta que... vainilla. Volvió a sentir una sacudida en el espinazo. Ella cogió su mano y lo guió hacia la pista de baile, cosa que volvió a provocarle sudor frío cuando se dio cuenta. 'Venga vamos, prometí que te enseñaría a bailar', volvía su sonrisa juguetona a animarle el ánimo a Pepe, '¿o te crees que iba a ser la única en bailar? Si yo te lo he hecho tantas veces, creo que merezco alguna de tu parte'. No había bailado nunca, pero tampoco podría considerarse bailar aquella ocasión. Ella revoloteaba a su alrededor acercándose más de lo que él estaría dispuesto a reconocer, provocándole sensaciones que tampoco fue capaz de contar; pero parecía algo normal porque la gente a su alrededor se comportaban igual. Fue entonces cuando el tono de la noche cambió drásticamente. 'No te imaginas la cantidad de veces que llevo soñando con este momento', le susurraba entre golpes de cadera. Pepe no pudo evitar dejarse llevar por un placer que no creería que estuviera a su alcance. Apoyó las manos en la cadera de su diva y descubrió el tacto en sus dedos de su ropa interior... su realmente escueta ropa interior. Cerró los ojos y sintió como se le desvocaba el pecho como si se tratase del peor de los ataques, pero con la mejor de las sensaciones.



El vaivén y sus palabras le hicieron comenzar a desear un paso más que ella parecía haber deseado desde el principio de la velada. Las caricias y las insinuaciones acabaron con una copa en la mano de ambos, y parece que la poca costumbre de alcohol provocó que le afectase de una forma poco común... aún así fue ella la que se acercó a sus labios para premiarle con uno de los besos más cálidos y húmedos que ha vivido Pepe. Le devoraba la boca, y él se dejaba devorar mientras sus manos eran guiadas al trasero simplemente cubierto por la suave tela de su vestido. No podía creerse lo que le estaba sucediendo, pero tenía seguro que no era el momento de huir como había reaccionado el resto de ocasiones de su vida. Se dejó llevar y disfrutó como ella continuaba el juego de la seducción mucho después de lo que fuera necesario, ya que él hacía semanas que estaba perdido. Fueron unos momentos frenéticos y guiados por los instintos más básicos los que le hicieron no ser consciente de cómo acabó en la puerta del baño femenino mientras Sherezade tiraba de él hacia dentro devorándole con la mirada.

Se encontraba contra la pared de una de las cabinas del baño mientras ella le arañaba deshaciéndose de su jersey y dejándolo caer en el suelo... ya habría otro momento para sus escrúpulos. Le mordía el cuello, le mordía la barbilla y metía sus manos bajo el polo para desgarrarle la piel con las uñas. Él gemía por la situación desinhibido gracias a la copa cuando volvió a recogerse el cabello para que no le estorbase viendo el otro de los pendientes a escasos centímetros de su piel. Esta vez ella le mantenía la mirada observando su reacción, y él trataba de contenerse autoconvenciéndose que la situación merecía la pena mientras sudaba y miraba desorbitado la oreja de su compañera, 'creo que me vuelves jodidamente loca' le distraía la atención a sus jugosos labios sonrientes mientras hacía caer los tirantes de su vestido. 'Te daré la mejor noche de tu vida', seguía incitándole mientras el vestido se deslizaba cayendo por su cadera dejando un pecho esbelto y espectacular a la vista. Todavía seguía en tensión por el pendiente de Sherezade cuando cayó de golpe el vestido y no pudo apartar la vista de su escueto tanga amarillo chillón. No podía más, no era capaz de autocontrolarse y estalló en pánico chillando cuando ella le tapó la boca con una mano mientras con la otra buscaba su entrepierna, 'aguanta machote, que merecerá la pena'. Fue lo último que dijo con cierta pronunciación. Él perdió el control y no fue consciente de lo que hizo en adelante... sólo recuerda tensión, placer, sudor y pánico. Cuando descubrió el pubis rubio creyó que se iba a desmayar...



Pepe quedó exhausto tras confesar todo lo sucedido, pero como el terapeuta había anunciado, ahora se sentía algo más liberado. '¿Veis como sí se pueden mantener relaciones? Sois personas, nunca lo olvidéis. No sois menos que nadie, y también podéis conseguir una mujer. Muchísimas gracias, Pepe. Paco, ¿podrías continuar tú? Estoy seguro que puedes demostrarnos a todos lo seductor que llegas a ser. No olvidemos que nosotros también sabemos ligar, porque seguimos siendo hombres'.

Paco, con la inseguridad que le provocaba hablar en público, se incorporó y tartamudeando comenzó su relato.

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