26/4/12

¡Hazte responsable de tus actos!

- Entonces... ¿te gustan?

- ¿En serio estás preguntando que si me gustan? Si hay días que incluso las echo de menos a la hora de desayunar. Muchas de las veces que te preguntas porqué estoy comportándome de una manera tan estúpida viene dado porque las he recordado unos segundos y no soy capaz de quitármelas de la cabeza. Me tientan demasiado. De hecho sueño con ellas. Aunque he de reconocer que la mayoría de esas ocasiones ni siquiera estoy dormido.

- Anda, exagerado. Nunca se te puede preguntar nada serio.

- Probablemente sea imposible preguntarme nada de esto y que te responda de una manera coherente. Tal sólo nombrarlas me trae imágenes a la cabeza y con la sangre concentrada está demostrado que el ser humano pierde muchas facultades.

- Anda, que eres más tonto.

- No no... ahora, si has sacado el tema, ¿vas a obligarme a pasar el día soñando con ellas? ¡Eso sería muy cruel! ¡Hazte responsable de tus actos!

25/4/12

Siempre he agradecido intimidad contigo



'¿Ya llegaste al aeropuerto?', te pregunté al teléfono, poniendo la más inocente de mis voces para que creyeses que simplemente quería desearte suerte antes del vuelo. 'Vamos a entrar ahora, que se nos ha hecho un poco tarde'. El hecho que no fueses sola era un elemento con el que no sabía qué hacer, pero estaba esperando que se me ocurriese algo. De todas formas, en un principio sólo necesitaba despedirme, así que tampoco era mucho problema pero... siempre he agradecido intimidad contigo. Y en ese momento, especialmente. '¿Estás nerviosa? Espero que no te pierdas porque es un horror ese aeropuerto', 'hemos entrado por la Terminal dos y espero saber guiarme un poco. Si acabo de llegar casi, estoy subiendo las escaleras del principio'. Si de verdad no llegaste a darte cuenta de que estaba totalmente ahogado en esa ocasión es que soy un actor envidiable o tengo una capacidad torácica increíble porque era realmente incómodo tratar de mantener una conversación mientras intentaba alcanzarte corriendo con todo lo que pudiese dar mi cuerpo. No quería perderme la oportunidad. No podía perdérmela. 'Pero... ¿estás en le primer edificio, no? Ese sitio es un caos...', disimuladamente trataba de recabar toda la información. 'Sí, aunque por suerte esto está menos lleno que normalmente...'. Continúe haciéndote hablar todo lo posible para conseguir alcanzarte y que no te dieses cuenta de mi extraña respiración, aunque con la pequeña carrera que me había pegado estaba realmente cerca de dónde creía que habías entrado. Fue entonces cuando te vi. Tú reaccionaste poniendo cara de no entender nada al escuchar en el teléfono 'ah, ok, muy interesante' y darte cuenta que esta fue la última frase antes de que yo colgase. La verdad es que sólo por ver la cara que pusiste cuando te colgué, mereció la pena el viaje. Fue todo un espectáculo.

Fragmento de Despidiéndome de tu cuerpo

24/4/12

Describirte: Guapa


Otro de los puntos intuyo que claves es que me pareces guapa. De hecho... me pareces increíblemente guapa. Aunque creo que he llegado a desvirtuar el significado de la palabra y lo he ido modificando poco a poco. Cuando me refiero a que te veo preciosa no es el sentido de belleza física el que me refiero, o no exclusivamente. Repito que todos estamos de acuerdo que eres alguien espectacular físicamente pero, una vez más, en este concepto se sigue viendo eclipsado por otros matices. Me intento explicar con algo más de sentido.

Cuando te miro y te veo atractiva no son ni tus curvas ni tu sonrisa la que lo está provocando, sino el mirarte a los ojos y ver tu felicidad. O, mejor dicho, la felicidad que me provoca mirarte. Es darme cuenta que eres increíble, cariñosa, interesante y atenta. Es verte y saber que da igual que esos ojos estén pintados o no porque son acojonantes. Creo que se podría considerar similar a cuando una chica le susurra a su compañero 'anda tonto', o cuando una madre llama a su hijo 'guapetón'. El sentido físico... queda en un segundo plano absolutamente. Por eso soy capaz de verte igual de guapa con ese pijama con bolitas, esas bragas de algodón viejas o si pasas dos días sin lavarte el pelo. Por eso pierde importancia la sombra de ojos, el colorete, o esos tacones que te hacen unos gemelos de infarto. No te confundas, disfruto como el que más cuando puedo disfrutarte con lencería y un vestido que te siente como un guante, o con el pelo precioso que se te queda cuando le pasas dos veces el peine al salir del baño. Pero eso se lo dejo a los demás, a esos pobres que sólo son capaces de disfrutar de ti en esos momentos. A mí... no me hace falta. No necesito esos detalles para verte brillar como eres.

Y no, no cantéis victoria. Esto, obviamente, no ha terminado. Aunque con suerte soy capaz de escribir otras cosas antes de continuarlo.

23/4/12

Describirte: Soñar


Retomando el tema pendiente de describirte, y luchando por quitarme la imagen de tus labios de mi cabeza, esta vez quiero centrarme en detalles mucho más... íntimos. La mayoría de los hombres que han compartido algún momento de tu vida se han dado cuenta del espectáculo que puedes ser para los sentidos. Si han tenido suerte, tal vez lo hayan descubierto no solo en la vista o el olfato; y si no se han percatado es que no son capaces de reconocer a una mujer brillante. Pero de eso no quiero hablar. Porque no estaría así sólo por lo que los otros también conocen de ti. Pobres, la mayoría no habrá podido disfrutarte. Mejor para ellos. Hay listones en esta vida que si los marcas, el resto de tus días pueden ser demasiado grises comparados con él. Pero no es el momento de hablar de esto.

Eras capaz de transportarme a una etapa de mi vida con la que nunca creí posible soñar, y menos en esta época. Has logrado que un crío que se conformaba con la soledad de su ordenador y el contacto casual femenino se imaginase una vida. Me hacías soñar con mi vida. No con que fuera feliz o no en ese momento ya que, como en todo, siempre tuvimos nuestros más y nuestros menos. Pero lo que realmente me importaba era que cuando terminaba el día, por muy mal que hubiera ido, y por mucho que hubieras influido tú en ese malestar... cerraba los ojos y soñaba con una vida. Y sentía que era feliz con esa vida. Era absolutamente feliz imaginándote a mi lado, y simplemente dejaba fluir cualquier cosa porque... porque eras tú.

No me estoy refiriendo a imaginarte a mi lado en una cama, o riendo mientras me haces una cena especial, o dejándome boquiabierto una nochevieja en la que me ocultaste el vestido hasta el último momento. No, he de reconocer que en algún otro momento hay gente que me ha hecho soñar con dentro de unos años o situaciones similares. Pero tú no sólo me provocabas eso. Soñaba con una mujer por la que luchar para hacerla feliz cada mañana. Me imaginaba compartiéndote con mi familia, con mi círculo y, en definitiva, con el resto de las situaciones que me quedan por descubrir porque me sentía absolutamente orgulloso de ti o, en realidad, orgulloso de poder contar contigo a mi lado. Producías que imaginase luchas y discusiones a la hora de criar a unos críos, malos momentos en los que nos tuviéramos que unir como nunca. Me imaginaba el final de la magia, cómo luchábamos por hacerla resurgir, como tras malas temporadas volvíamos con fuerzas a recordar porqué eras tú, e incluso porqué era yo. Era imposible que un enfado durase lo suficiente si cuando me tranquilizaba recordaba que tú eras con quién quería soñar esa vida. Que ahora continúen o no esos sueños no es el tema que nos incumbe, así que no creo necesario hablar de esto.

Y ahora es cuando viene la pregunta obligada. La pregunta que sé que te pasará por tu cabeza, la cuál es absolutamente lógica. Entonces... ¿Por qué lo hice? La verdad es que todavía soy incapaz de conocer realmente porqué lo hice. Ni siquiera soy capaz de ser objetivo a la hora de juzgar si hice bien o mal... vamos, sé que no lo hice, ni por asomo, de la mejor manera; pero me refiero a que si era lo que tenía que pasar o no. Sé, y de ello estoy absolutamente seguro, que lo hice sin perder ese sueño. Una parte de mí deseaba con todas las fuerzas que eso fuera un trámite necesario. Y eso es lo que me daba pánico. Sentía que... no podía, no podía contigo en ese momento, porque no podía hacer nada para producirte todas esas sensaciones en ti. Porque no podía hacerte feliz. Y... me entró pánico. Pensaba que, por mucho que soñase contigo, no podía estar a la altura en ese momento y prefería alejarme una temporada a provocar que me odiases por continuar con lo que no estaba bien, y que probablemente mi malestar lo pagase contigo. Porque eras la única parte de mi vida en al que no podía ponerme una careta si estaba triste. Porque eras mi vida, y simplemente era yo contigo. No pretendo justificarme, espero que ya lo sepas, simplemente pretendo explicar qué sentido tiene.

No, no he acabado aquí de describirte. Ya dije que no soy capaz de escribir de una manera coherente mientras tú seas el tema, y más porque se me hace demasiado raro escribirte a ti cuando suelo simplemente reflexionar sobre mi vida. Sigo dejándome temas en el tintero, y estoy seguro que tendré que volver a reunirme con mi cuaderno para dejar fluir este torbellino que tengo en la cabeza.

22/4/12

Describirte: Labios


Llevaba tiempo evitando esto. Bueno, yo creo que una parte de mí llevaba tiempo evitando esto mientras otra es lo que deseaba escribir desde el momento en el que volví a abrir un bloc de notas para retomar todo esto. Y es que lo que buscaba era escribirte. O describirte sería más apropiado... aunque en realidad, lo que describo son las sensaciones que me produces. Pero si alguna vez he tenido la esperanza de escribir algo realmente bonito aquí creo que seré capaz de conseguirlo si te describo... porque, por muy pegajoso que suene, conozco lo suficiente mi vida como para saber que sin duda eres lo más especial que ha pasado por ella. Y he escogido especial por no llamarte preciosa, que realmente suena empalagoso.

Realmente no soy capaz de ordenar mis ideas cuando el tema eres tú. Normalmente me cuesta, pero ahora soy incapaz de estructurar por dónde comenzar a hablar de ti. Tal vez sea mejor empezar con las cualidades que te definen, o con lo que todos se fijan, o mejor esos detalles que yo he tenido la suerte de conocer y no están al alcance de todos... pero es cerrar los ojos contigo en mente y una secuencia interminable de sensaciones e imágenes parecen luchar en mi cabeza. Me viene la imagen del primer beso, casi a escondidas, los nervios, el cosquilleo en la garganta que el etanol trataba de matar, las miradas de saber cómo iban a terminar las cosas, mis intentos, tus respuestas; recuerdo un hotel, tú dormida, una sonrisa que dolía de sincera, unas sábanas blancas; aparece una sonrisa, y otra, y risas, siempre risas, en muchísimas situaciones reías y me mirabas; veo unos ojos, unos ojos que me sonreían, o que me deseaban, incluso a veces me retaban, otros me agradecían, y la mayoría me amaban.

Pero, intentando organizarlo, me doy cuenta que hoy no soy capaz de escribirlo. Hoy no soy capaz de escribirte. Tengo que dejarlo como una tarea pendiente, porque ahora mismo si pienso en ti recuerdo esos labios. No soy capaz de quitármelos de la cabeza. Recuerdo cómo se mordían, cómo reían o escondían una sonrisa en esos momentos de enfado que acababas echándote a reír. Recuerdo cómo me miraban, incluso cómo me hacían estremecer ya sea sin siquiera rozándome o recorriéndome con ternura. Recuerdo esos labios que me susurraban, me gritaban y gemían; esos labios que nunca dejé de mirar. Es cierto que tienes un escote envidiable y uno de los cuerpos más bonitos que podré encontrar a lo largo de mi vida; pero la mayoría de las veces se me iban los ojos a tus labios, no a tu canalillo. Siento decirte cariño, que por mucho que te pongas esos vestidos que descubrían el placer de tus piernas, o incluso en lencería... para mí siempre eclipsó tus labios al resto de tu cuerpo. En el formato que sean, desde la inocente sonrisa a cuando devoraban los míos, cuando pienso en ti ahora mismo no soy capaz más que pensar en ellos. Y por eso dejo esto como pendiente, porque me debo un rato para describirte, para recordarme porque tú y no cualquiera del resto de millones que hay sobre esta tierra. Pero hoy, siento decirte, sólo soy capaz de morir por esos labios.

21/4/12

Lo sufriréis


En realidad hay muchas ocasiones en las que pienso que vivimos por estos momentos. Creo que son estas estúpidas crisis que sentimos como existenciales las que nos acaban definiendo, sobretodo cuando son las que van moldeando tus imperfecciones hasta convertirlas simplemente en matices que te definan. Si cualquiera de vosotros ha experimentado algún momento de esos artísticamente productivos se habrá dado cuenta que cuanto más aprisionado te sientas, o dolido o simplemente sientes malestar es cuando más sientes fluir simplemente los sentimientos. Tal vez porque quieran escapar, porque tu cuerpo crea que si los dejas huir te liberarás de un peso. O tal vez sea simplemente que esa parte de nuestro cerebro, o nuestro corazón, que siempre desea en cierta manera sentirse un incomprendido y de vez en cuando nos intenta convencer de que estamos sólos en el mundo (sobre esta parte tendré una conversación con vosotros extensa en otro momento, pero hoy no es el tema) nos hace querer expresarlo para que la gente llegue a empatizarse en cierta manera.

Por esa razón, entre otras, me he propuesto, mejor dicho auto impuesto, aprovechar cada una de estas rachas para explotar esa faceta de mí. Tal vez lo escriba pero no crea que merezca estar aquí, o tal vez ni siquiera lo escriba y me limite a intentar volcar las sensaciones en otros medios. Y lo sufriréis. No os preocupéis, os tengo reservado un sitio especial en estas temporadas para que las sufráis en vuestras carnes... la raza humana es muy solidaria como dijo Ricardo Castella, por eso me gusta compartir cuando estoy mal para no ser el único. Soy puro amor.

20/4/12

Enganchas


Realmente me pareces una chica espectacular. No es que tengas un cuerpo por el que sería capaz de pagar cualquier precio por poder tener cerca y disfrutar que... en fin, hemos de reconocerlo, lo tienes. No, no es por eso, aunque he de matizar que es un detalle que se agradece en algunos momentos. No por nada, pero en esta vida hay pocos momentos de alegrías como para menospreciar las personas que son capaces de alegrarme la vista a los niveles que tú lo consigues. Pero no es este el texto en el cual describiré lo que me evoca cada uno de los matices de tu figura. No, eso me lo guardo para otro momento.

Simplemente siento que eres alguien sumamemente interesante. Tengo la sensación de que puedes ofrecerle un punto de vista a mi vida que será capaz de ayudarme en muchos momentos, o de corregirme en muchísimos más. Me da la impresión que nunca me faltarán las ganas de discutir cualquier abanico de temas contigo porque me recuerdas lo placentera que es una descripción cuando el otro interlocutor también defiende sus razones. Porque compartes la pasión por el humor pero desde otro ángulo, siendo capaz de ofrecerme comentarios que yo no podría realizar y que me parecen realmente buenos. Porque me resultas interesante. Puedo hablar contigo y nunca me canso de saber de ti. Siempre tienes algo que contar, y me provocas que no deje de tener preguntas que realizarte. Quiero saber de ti porque me enganchas. Porque sigues sorprendiéndome cada vez que conozco un nuevo detalle, y eso que siempre me acabo creyendo que no quedan más detalles por descubrir. Y eso es inevitable que no te enganche.

La verdad es que tengo la sensación de que mi vida es un lugar menos asqueroso si puedo decir que formas parte de ella. Es como si sólo con sentirte cerca ya me sintiera reconfortado, o no tan solo. Por eso mismo no soy capaz de desengancharme de ti. Por eso mismo no vas a ser capaz de librarte de mí. Bueno, no sin que pelee, claro.

19/4/12

Debilidades


  En el fondo estoy un poco harto de esos sentimientos tan profundos de los cuáles presume la gente. De esos amores a primera vista, esa necesidad que parecen algunos sentir por tener que dedicarse completamente a otras personas. Como es de esperar, la inmensa mayoría de esas relaciones fugaces y desfogadas no suelen llegar a buen puerto. Es inevitable: cuando buscas desesperadamente el amor y tratas de forzar el encontrarlo rápido... eso nunca puede salir bien.

Pero lo que más me sorprende es la manera que tienen de presumir de haberlo encontrado, de proclamar a los cuatro vientos que esa es la persona elegida y lo mucho que la aman. Parecen orgullosos de haber encontrado ese amor desesperado, y creen necesarios presumir por ello. Nunca lo comprenderé. Entre otras cosas, porque nunca entenderé esa sensación como algo de lo que presumir.

A mí el amor me provoca miedo. Le tengo pavor. Lo he vivido como la sensación de rendirme a una persona siendo capaz de sacrificar hasta mis más profundos valores. Lo he sentido como la mayor de las debilidades sabiendo la imposibilidad de ser feliz si no es con esa persona. Me ha provocado necesidad, furia, celos y devoción. Siento que por amor podría hacer incluso las peores locuras, e incluso lucharía contra rivales que no sería capaz de vencer jamás. Es reconocer en público la mayor de tus debilidades, y jamás entenderé que alguien lo proclame a los cuatro vientos.

Aunque, por encima de todo, la cualidad que más temo del amor es esa dependencia que me genera la cuál envidiaría cualquier droga. Esta constante y continua sensación de que si no puedes compartir con la persona amada tu tiempo, parece inservible, inútil, desperdiciado. El amor me produce pánico. Y lo que más me atemoriza es ser consciente que nunca podré llegar a ser tan feliz en la vida como sería contigo. Que te entregaría si tan solo tuvieras el valor de pedirlo. Que por hacerte feliz sería capaz hasta de sacrificar tenerte. Porque así concibo yo el amor. Porque eres la mayor de mis debilidades.

13/4/12

Tu vida

Es una de esas situaciones en las que te planteas qué cojones estás haciendo con tu vida para llevarla tan mal. Bueno, siendo sinceros, espero sinceramente que nunca os lo hayáis planteado; pero creo que forma parte de la madurez el plantearte estas cosas. Aunque, siendo realistas, las sensaciones de esos momentos son una jodida putada. Pero como todo intuyo que es necesario darse la hostia para darte cuenta, y me parece una hostia considerable plantearme 'qué cojones estoy haciendo con mi vida'.