6/8/11

Beso

Eso, por sí solo, no hubiera desencadenado todo lo que pasó. Quedó en el aire y pocas veces volvimos a nombrar que había ganado esa puesta, y obviamente no había encontrado el momento en el que pedirte el beso. Desde entonces tú habrías puesto en el suelo un par de noches que te lo pediría esa misma, y a mí me hubiera encantado habértelo pedido un centenar de veces. Pero por suerte, no lo hice. Normalmente estaba en el olvido, pero a veces recordábamos qué me debías y... nos hacía gracia. Era como esperar el momento de la ejecucción estando en el corredor de la muerte. Sí, es una analogía un tanto... bueno, parece absolutamente fuera de contexto. Pero en cierto modo yo lo veía así. Esperabas el momento con cierto miedo, pero esperanzado. Sabiendo que después nada sería igual. Temiendo que sea demasiado pronto o demasiado tarde, sabiendo que después todo estaría condenado a... ¿y si nos gustaba demasiado? No, no era el momento de pensarlo. Con otra de nuestras estúpidas apuestas, habíamos llegado a la conclusión de que, si te lo proponía, no podías decirme que no a bañarte en una buena. Bueno, rectifiquemos, en LA fuente. La única que, de camino a casa, me he imaginado desde hacía demasiado tiempo que compartiría con una persona especial. Primero bañándonos. Luego... bueno, los límites de mi imaginación son bastante lejanos, así que me ahorraré detalles. Pero yo me conformaba con compatirla contigo lo justo para que cuando pasases por delante no pudiese evitar pensar en mi; y lo necesario para crearnos un momento mágico. Y esa era la noche. No parecía nada especial, de hecho, simplemente habíamos salido a cenar a un sitio relativamente barato, habíamos hablado en un banco durante horas, después jugamos a las cartas y nos tumbamos en el césped a hablar a ratos sin tener ya miedo de quedarnos en silencio el uno con el otro. Eso es algo que realmente valoro. Si teníamos algo digno de la situación por decir... lo decíamos. Sino, nos limitábamos a mirar el cuelo mientras las yemas de mis dedos recorrían tus hombros y hacían consquillas hasta el antebrazo. No nos mirábamos, pero nos sentíamos. No sólo en el ámbito físico; sabía que tu pelo estaba ahí y me daban escalofríos cada vez que rozaba mi nuca por el viento, sentía tu olor emanando de él y envolviéndome como un aura, oía tu respiración y me sorprendía al sentirla acompasada con la mía, por lo que trataba de respirar profundamente para perder el tiempo y no creyeses que era un crío buscando tu compás... no, no era simplemente eso. Te sentía. Te sentía cerca. Sentía como tu calor emanaba de tu brazo y me recorría desde la yema de mis dedos hasta sentir un cosquilleo en los dedos de los pies. Yo trataba de cerrar los ojos y enviarte toda la energía positiva por esa brecha que parecía unirnos cuando mi dedo se apoyaba en tu brazo. Imaginaba palabras y te las enviaba... tratando de sentir cómo la energía positiva crecía en mi cerebro o en mi corazón, y se iba transmitiendo por los vasos o los nervios hasta el dedo para pasar por tu cuerpo. Todo eran palabras... importantes, digamos. Y me sorprendí a mí mismo por lo estúpido que parecía. Hasta que al transmitirte la idea del beso sentí como tu brazo se erizaba y te sacudía un levísimo escalofrío. Ladeé un poco la cabeza para mirarte. Tú lo sentiste, me mantuviste la mirada y me sonreíste. "¿Lo habrías sentido?", me extrañé pensando... creo que ese era obviamente el momento del beso. Me lo estaban gritando las señales. Te seguía mirando y cada vez sonreíamos más. Abrí ligeramente la boca, pero te adelataste...

No hay comentarios:

Publicar un comentario