He comenzado a usar gafas porque mis ojos se niegan a enfocar un plano donde no aparezcas, y siento como mi olfato ha perdido precisión porque sólo le preocupa encontrar tu aroma entre el mundo. Mi cuello se siente desatendido, y mejor no nombremos otras partes de mi cuerpo que me exigen unas manos hábiles, como las tuyas. De mis labios... los cabrones tratan de recordarme que ningún sabor se podrá comparar al tuyo. Se cuartan al recordar la sensación de tu lengua recorriéndolos con delicadeza.
No soy capaz de dominar mi cuerpo. Parece que están organizando una rebelión exigiéndome que te vuelva a ver. Entiéndeme, cariño, no lo hago por mí, lo hago porque lo necesita mi cuerpo. Así que apiádate de él, y mis manos se volverán incluso más agradecidas que antes. Además, no nos engañemos, estoy seguro que tu garganta también echa en falta sentir ese picor de tanto gemido...
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