15/12/11

Resaca


Todavía me dura la resaca de ti. No sé si fue por tus palabras o tus besos, pero mi boca sigue pastosa y mis labios irritados. Este zumbido continuo me persigue por muchas vueltas que dé en la cama, tal vez fueron demasiados gemidos para mí o a lo mejor fueron los golpes del cabecero contra la pared. Me pinchan los músculos si hago cualquier movimiento y el corazón exhausto no da el suficiente ritmo. Los ojos llorosos tratan de adaptarse a otra luz que no sean tus brillantes piernas jugando con la oscuridad de la habitación, recordando el destello de tus dentelladas antes de desaparecer en mi carne. La cadera grita que no promete reconstruir los huesos mientras la espalda se regenera sobre los tatuajes que dejaron tus uñas. La rodilla flojea a cada paso quejándose de cuando la clavé en el suelo y la lengua se resiente después de tanto baile mientras se ríe del pelo que no resistió a tanto tirón. Todavía me dura la resaca de ti, pero quien peor lo lleva es mi mente incapaz de recordar cada uno de los detalles por la embriaguez de dopamina. Es una de las resacas más llevaderas de mi vida, y por eso mismo mantengo la sonrisa permanente con esos labios cuarteados de tantos mordiscos. Sólo me queda decir que recomiendan más ejercicio cuando el cuerpo siente agujetas...

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