20/9/13

Todos los chicos son lo peor...

Muchas veces me sorprende que de verdad creáis que es culpa del destino, de Dios o de algún ser mitológico todopoderoso el hecho de que nunca encontréis una pareja acorde a vosotros, o que todos los que encontréis acaben siendo unas personas nefastas. Supongo que en algún punto lo habréis pensado, pero tal vez no le habéis dado las vueltas suficientes como para daros cuenta. No sé si conocéis cómo funcionan muchos procesos de selección de deportistas de élite o de grandes corporaciones, pero veo necesario haceros un pequeño resumen y una aproximación a porqué lo cuento, ya que da la sensación que algunas personas son incapaces de tomar estas decisiones de motu proprio...

En muchas grandes corporaciones, cuando buscan un empleado nuevo y joven, no se preocupan tantísimo por las habilidades mecánicas o relacionadas con la materia del trabajo, tanto como otras cualidades inherentes que no se pueden desarrollar. Eso es que, por ejemplo, para contratar a un cocinero joven no es tan necesario que su cocina sea excepcional, o la mejor del mundo. Simplemente porque eso son habilidades que, con la instrucción adecuada y cierta predisposición, puede acabar logrando. No nos confundamos, puede ser que más adelante se descubra que nunca podrá ser el mejor cocinero del universo porque, simplemente, no es ducho en ello. Es un riesgo a correr, pero tampoco tiene la importancia que la gente parece que le da, pero ese tema lo trataremos más adelante. Si, en su lugar, buscas a alguien capaz de trabajar en equipo, con una capacidad de aprendizaje y adaptabilidad óptima, con saber estar, cierto temple, o tal vez que sepa varios idiomas (u otras habilidades que son más complicadas de enseñar)... sólo necesita la instrucción y dedicación necesaria para mejorar sus habilidades culinarias y así ser un buen trabajador en la cocina y un chef, por lo menos, aceptable. Sin embargo, si lo que buscamos es alguien con una habilidad en al cocina excepcional pero incapaz de trabajar en grupo, o incluso incapaz de aprender nada nuevo que no cumpla sus patrones, realmente sería alguien mucho menos productivo que el primer sujeto. Además de mucho peor profesional.

Y ahora es cuando comenzamos a extrapolar, lo que realmente da sentido a todo este escrito. Es muy difícil que, si escoges a alguien exclusivamente por sus habilidades amatorias, o su belleza, o alguna cualidad similar acabe resultando ser una buena pareja. Sobretodo si, en realidad, en tu pareja buscas ciertas habilidades que son imposibles de enseñar, como encontrar alguien especialmente respetuoso, romántico, alguien interesante o que sea realmente buena persona. Eso es imposible que, a base del aprendizaje inherente a una relación, acabe aprendiendo. Sin embargo, por otra parte, es mucho más factible que alguien, teniendo pareja, acabe decidiendo cuidar más su atractivo físico (dentro de ciertas limitaciones, obviamente), dominar qué es lo que espera su pareja de él en la cama, entregarse a ciertos hobbies en concreto hasta terminar disfrutándolos sólo por compartirlos con esa persona...

No se trata de buscar a alguien apartado, poco agraciado y poco solicitado para terminar convirtiéndolo, a la fuerza, en nuestra media naranja. Si esa es la sensación que os estoy dando, es que no me habéis entendido lo más mínimo. Pero tal vez, a la hora de fijarse en alguien, no estaría mal priorizar ciertos comportamientos que admiramos o consideramos ejemplares, en lugar de basar la elección en habilidades que, en definitiva, podríamos acabar enseñando a nuestra pareja. Tal vez no acabe siendo el latin lover con el que hemos soñado durante tantos años, ni sea un Bradd Pitt, ni en la cama se comporte como alguien que basa su vida en acostarse con cientos de personas. Pero, realmente, esas son características que les damos más importancia de la deberíamos. ¿Cuánto podemos tardar en, con una pareja que se entregue mutuamente, enseñarle cómo nos gustan las cosas en la cama y aprender juntos a alcanzar ese placentero limbo intermedio entre el climax de ambos? A mi parecer, creo que es bastante más sencillo que conseguir que el follador experto con el que estamos intentando mantener una relación comprenda que su manera de tratarme cuando están sus amigotes alrededor no me haga ninguna gracia.


Obviamente, nada de esto tiene sentido si partimos de la base que, si no nos prendemos de alguien a simple vista, significa que nunca lo veremos como pareja. Yo creo que, ésta teoría, se muestra claramente identificada con aquellas relaciones donde amistades, poco a poco y por medio del roce y ciertos deslices, acaban convirtiéndose en esa pareja que todo el mundo admiramos.

Como resumen, evitando poner el típico TD;TL que creo mi público no entendería, creo que es hora que empecéis a plantearos si de verdad estáis fijándoos en las cualidades correctas o tal vez por eso mismo nunca encontréis a nadie que os llene. Yo, personalmente, siempre he tenido éste pensamiento en mente. Por eso, teniendo pareja, siempre me siento tan unido a esa persona. No comparte mis días únicamente porque me dé pasión en la cama, ni sólo por lo bonita que es. Está en mi vida porque la he conocido lo suficiente como para admirar la persona que es y, además, juntos hemos ido adaptando esos detalles para acabar encontrando un placentero punto común de felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario